PEC 5: Reflexión sobre el impacto de la RA
8 de noviembre de 2063 (- Prólogo)–
Son las siete menos cuarto de la mañana y la alarma háptica sin sonido vibra suavemente despertando poco a poco a Sonia. Había pasado más tiempo de lo debido viendo las noticias de medianoche con Ibai en A3Sexta-Twitch y se había acostado muy tarde, por lo que la app del smartwatch se reprogramó para hacerla coincidir con sus ciclos circadianos. Tras un par de vueltas en la cama, se levantó:
– Buff… menudo lunes me espera. Vaya ganas de ir a trabajar…
Rápidamente saltó hacia el baño para ducharse. A Sonia le gustaba el agua exactamente a 37ºC, así que en el momento que el pequeño tatuaje de tinta digital de su hombro recibia el agua de la ducha -un pequeño dibujo de un ancla- el sistema inteligente del termo se autorregulaba hasta la temperatura deseada. Tras la ducha, se dirigió con cierto nervosismo hacia la habitación en busca de sus gafas RA. No llevarlas durante mucho tiempo le producía un poco de desasosiego y aunque lo reconocía abiertamente, esto le ocurría cada vez más a menudo.
“-Dónde las he puesto?… madre mía, con lo fácil que era todo antes… deberíamos volver al 7G de toda la vida… ¡ah!, mira aquí están… ”
Hacía mucho tiempo desde que Sonia corrigió su miopía, sin embargo, prácticamente observaba su vida entera a través de sus gafas. No llamaban especialmente la atención por su montura -imitaban las antiguas monturas de pasta, pero estaban hechas de una aleación de grafeno y titanio. Las lentes, con recubrimiento de zafiro, escondían una serie de capas finísimas texturizadas de micropuntos, invisibles a simple vista. Algunos permanecían apagados debido al uso, pero apenas era perceptible.
“-En ahorrar un poco me compro las nuevas lentillas iLens Pro Max Ultra-” pensó Sonia para si misma, aunque sabía que el sueldo no le daba para tanto.
De camino a la cocina, desde la lentes observaba en texto superpuesto en la pared del pasillo lo que le tocaba desayunar hoy según la dieta de su dietista: tostada integral de 45gr. con aceite, atún desmercurizado y tomate. Este mensaje le comenzaba a agobiar, ya que se la habia saltado ya tres días consecutivos con McDonalds, por lo que soltó un manotazo en la pared para borrar el mensaje. En absoluto pensaba que estuviese sufriendo EVE (Estrés por Virtualización Excesiva) como le pasaba a su amiga Menchu, pero reconocía los síntomas, así que mandó un enlace para una sesión de Beach Theraphy en el grupo de WhatsApp VR “LAS RATCHETAS DE LA OFI”.
Tras el desayuno se dirigió a su oficina: una pequeña habitación prácticamente vacia pintada de blanco. Al comprar el piso pudo elegir también entre azul o verde eléctrico que imitaban los antiguos “cromas”, pero prefería blanco porque lo consideraba mucho más “vintage”. Nada más entrar, sus gafas emitieron un pequeño sonido, activando un mapeo infrarrojo por toda la estancia. Desde fuera no se veía nada, pero a través de las lentes se transmitía la vista en alta resolución del interior de un coche que circulaba sin conductor pero con dos hombres en su interior, y otras seis personas más en sendos cuadrados. Todos ellos llevaban gafas y se encontraban de manera “corporea” a lo que parecían tres metros de la protagonista:
– Bueno chicos, siento llegar tarde a la reunión. ¿Que tal el tráfico, Juan?
– Bien Sonia… Estamos un poco nerviosos porque hay un anciano que está conduciendo un Tesla viejísimo al lado nuestro en Modo Manual. Te lo puedes creer? ¡EN MANUAL! Jorge se acaba de poner el háptico para darle un par de manotazos en el capó, pero ni caso. Nos ha hecho una peineta… ¿Que se habrá creído? ¿Que estamos en el 2023? ¿¿HO-LA?? En fin, vamos a comenzar la reunión…
Tecnología nueva, problemas viejos
Es de esperar que tras años de avances, revisiónes tecnológicas y empeño de visionarios, la tecnología acabe ocupando huecos más significativos en nuestras vidas. Sin embargo, y quizá debido al acercamiento de la misma a los aspectos más primarios del Ser Humano, se nos plantea un debate que, si bien antes era más propio de literatura fantástica, hoy día podría plantearse de manera seria en cualquier columna de opinión de un periódico: ¿el ser humano evoluciona al mismo ritmo que la tecnología que desarrolla? Para muchos usuarios, la definición de Internet ha quedado reducida a Facebook, Instagram o TikTok, ¿Qué implica manejar hardware o software capaz de potenciar el consumo de contenido tanto dentro como fuera de las redes, infinitamente más allá de lo visto hasta ahora, pero cuya ingeniería más simple o situación dentro su propio ecosistema digital sigue siendo incomprensible para el usuario medio?
Con cada iteración generacional para procesadores -quizá ahora algo más ralentizada debido a la escasez de componentes-, descubrimos cómo en un par de años la potencia computacional se dispara a casi el doble, haciendo cada vez más dificil hacia dónde llegaremos en cuanto a desarrollo tecnológico, si bien tan sólo ralentizado por el algo más lento desarrollo de la tecnología energética. Pero esa no es la cuestión que nos ocupa, sino de que forma nos afecta a la hora de introducir estos avances en nuestro día a día. Para entenderlo, irónicamente me remitiré a cierto experimento de biología bastante antiguo:
Nicolás Tinbergen, biólogo y ornitólogo holandés nacido en 1907, quiso poner en práctica un curioso experimento con cierta especie de gaviota. Los polluelos de dicha especie responden a cierto patrón de colores con marcas rojas que los padres tienen en el pico, el cual picotean para pedir comida. El biólogo planteaba varias situaciones: una situación normal con un polluelo y un ejemplar adulto, una cabeza artificial con un pico del mismo patrón de colores y otra sin patrón. En última instancia se colocó además un solo palo, algo más grande y completamente de color rojo con sólo algunas marcas blancas, siendo precisamente el color rojo el que causaba la respuesta por parte de los polluelos. ¿Cuál es el grupo que mostraba mayor interés?
Los que estaban frente al palo rojo demostraron recibir un estímulo supernormal. Por lo tanto, fue este grupo el que más veces picoteó el palo con la esperanza de recibir el alimento que tanto deseaban, y lo hicieron de nuevo en una situación normal junto a las aves adultas que eran las que debían proveerles de comida en un entorno real. El animal se mostraba más interesado en la simulación que en la propia realidad. Este experimento se ha comprobado de otras formas y variaciones, además de hacerlo con otras especies, obteniendo los mismos resultados, incluso con humanos: tan solo tenemos que ver cómo actualmente nos resulta más atractiva la imagen distorsionada de un rostro retocado con Photoshop o con el filtro de moda de TikTok que ese mismo rostro en el mundo real, llegando a preguntarnos si realmente es esa misma persona la que está ahí. Extrapolando todo esto en un entorno virtual o de realidad aumentada, ¿como nos afectará a nivel social? ¿Esto se verá limitado a entornos profesionales o juegos de nicho? ¿O lo normalizaremos de la misma manera que lo hemos hecho con las redes sociales actuales?
No se trata de lo que uses, sino el cómo lo haces.
Se ha generado toda una industría alrededor del Neuromárketing, que explota estas debilidades, intrínsecas en el ser humano después de millones de años de evolución y que perduran al estar asociadas a comportamientos biológicos, de supervivencia o sociológicos, y siempre a favor del beneficio de las cada vez más poderosas empresas tecnológicas. Pero tampoco sería justo caer en argumentos apocalípticos: es obvio que los beneficios que nos aporta la RV pueden ser notables: la presencialidad en el puesto de trabajo se convierte en algo cada vez más opcional, supliendo algunas carencias como las limitaciónes a la hora de experimentar o simular ciertos entornos que podrían darse con dificultad en la realidad o la introducción de sentidos como el tacto que consiguen aproximar dicha experiencia a la real. Quizá la clave está en saber desarrollar a tiempo cierto sentido de responsabilidad a la hora de usar dichas tecnologías, siendo muy conscientes de lo expuestos que nos encontramos en ciertas situaciones. Quizá sea ese el camino a seguir para sacar lo mejor de dicha tecnología y evitar a toda costa que la escasa diferencia que nos separa de cualquier homínido de la prehistoria sea nuestra gran habilidad a la hora de pellizcar un azulejo rectangular de cristal líquido.
Román Plaza
Fuentes:
http://multimedia.uoc.edu/blogs/rx/es/2018/06/01/interficies-futures/http://multimedia.uoc.edu/blogs/rx/es/2018/03/09/realidad-aumentada/https://psicologiaymente.com/psicologia/estimulo-supernormalhttps://en.wikipedia.org/wiki/Nikolaas_Tinbergenhttps://www.microfilosofia.com/2013/02/la-realidad-aumentada.htmlhttps://learn.microsoft.com/es-es/windows/mixed-reality/design/core-concepts-landingpage
Imagen destacada: meme encontrado en Internet. Fuente desconocida.
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